Los nevus melanocíticos acrales congénitos están ya
presentes desde el nacimiento o en los primeros meses de vida y, a diferencia
de los nevus acrales adquiridos, pueden ser de un diámetro mayor y mostrar
cierta asimetría y variedad de colores así que, sin tener en cuenta el
contexto, pueden asustar un poco más. Además, no es extraño que evolucionen
rápidamente, sobre todo antes de los 14 años de edad, lo que puede conducir a
sospechar que estemos ante una lesión maligna, pero lo más normal es que evolucionen
de un patrón benigno a otro (también benigno). Afortunadamente, los melanomas
lentiginosos acrales son excepcionales en la infancia, lo cual no quiere decir
que no estén descritos.
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Imagen dermatoscópica. ¿Veis los acrosiringios? |
Como siempre, la dermatoscopia va a ser nuestra herramienta
más útil para valorar este tipo de lesiones que, históricamente, han tenido
bastante “mala fama”. Hace ya unos años que revisamos la dermatoscopia de los
nevus melanocíticos acrales (lo podéis refrescar en este enlace) y ya quedó
claro que estructuralmente, las características y el grosor de la piel de
palmas y plantas otorga unas peculiaridades específicas a los nevus de estas localizaciones,
que tendremos que conocer para no extirpar lesiones de manera innecesaria en
una localización tan complicada y poco agradecida tras cualquier acto
quirúrgico.
Los hallazgos dermatoscópicos en los nevus acrales
congénitos suelen corresponder a los diferentes patrones de benignidad, aunque
el patrón globular es más frecuente respecto a las lesiones adquiridas en esa
localización. A menudo, puntos o glóbulos se distribuyen linealmente a lo largo
de los surcos (o de las crestas). El patrón más prevalente es la combinación
del patrón paralelo al surco y los patrones punteados de la cresta, en una
imagen que se ha acuñado como “patrón de guisantes en una vaina” (o algo así).
Incluso se puede observar (raramente) patrón paralelo a la cresta en este tipo
de lesiones benignas (que en otro contexto nos estarían indicando que estamos
ante un melanoma lentiginoso acral).
Recordemos que, si tenemos dudas de si estamos viendo surcos
o crestas, esos puntitos blancos que podemos observar en la piel de palmas y
plantas corresponden a los acrosiringios, que siempre se localizan en la
cresta.
En la lesión de Iago, el refuerzo se apreciaba claramente en
los surcos, así que se trataba de un patrón paralelo al surco y, aunque la
lesión medía más de 1 cm, el hecho de estar presente desde el nacimiento y su
estabilidad nos permitieron tranquilizar a los padres.
Hoy nos despedimos con este vídeo de Ecuador, con unos paisajes espectaculares.
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