Lo de “adolescentes” es por decir algo, porque el pobre
Paolo llevaba sus 14 años de vida sufriendo picores por casi todo el cuerpo. A
su edad, había escuchado más veces la frase “no te rasques” que “te quiero”, y
claro, eso imprime un carácter especial, en su caso introvertido y nervioso. Sabía
que tenía una enfermedad de la piel que se llamaba “dermatitis atópica”, o eso
le habían dicho. También sabía que se tenía que poner mucha crema hidratante,
aunque era ese el momento más odioso del día. Pero también sabía que la
hidratante no era suficiente, y que además necesitaba otro tipo de cremas, que
tenían cortisona y de las que no podía abusar o la piel sufriría las
consecuencias, aunque no se imaginaba qué podía ser peor que tener la
dermatitis y los picores que no le dejaban dormir por las noches del tirón. Cuando
la cosa se desmadraba mucho le recetaban cortisona, pero en pastillas (cuando
era muy pequeño se la daban en jarabe) y en no pocas ocasiones le habían tenido
que dar antibióticos.
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Paolo también nos explicó que justo ese día no estaba mal,
que era de sus “días buenos”. Tenía lesiones eccematosas en la cara, cuello,
fosas antecubitales, poplíteas, pero también en brazos y piernas y
excoriaciones por la piel del tronco, con bastante liquenificación, de modo que
nos podíamos imaginar cómo serían los “días malos”.
¿Qué creéis? ¿Podemos ofrecerle algo más a Paolo? ¿O seguimos con las cremitas? Porque lo que tiene es dermatitis atópica, ¿no? Lo veremos el próximo sábado, aunque también aprovecharemos para hablar de otras cuestiones.
Pues nada, yo me he enamorado de Baja California Sur y no puedo dejar de ver vídeos de ese sitio tan espectacular.
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