Los nevus son proliferaciones melanocíticas benignas con un
comportamiento dinámico, influenciado por factores endógenos y exógenos. En una
primera fase de su “ciclo vital” los nevus crecen hasta adquirir su diámetro
definitivo sin que ello signifique nada raro. Pero al mismo tiempo los cambios
de tamaño o morfológicos de una lesión melanocítica se interpretan como un
posible marcador de malignidad, especialmente en un adulto. O sea, que los
nevus crecen en los jóvenes, mientras que los melanomas crecen
independientemente de la edad.
Los glóbulos periféricos son una estructura dermatoscópica
que representa un signo robusto de crecimiento horizontal en lesiones
melanocíticas y que histológicamente se corresponde con la presencia de nidos
de melanocitos en la unión dermoepidérmica. Y aunque se ven con mayor
frecuencia en personas jóvenes en relación al crecimiento normal de un nevus,
también se ha descrito su presencia en el melanoma maligno y, de manera
bastante excepcional, pueden ser el único signo de malignidad. Por todo ello,
el significado clínico de estas estructuras y el manejo clínico de estas
lesiones no termina de quedar del todo claro. Por este motivo en 2023 se
publicó un estudio de autores italianos (Simone Cappilli) en Dermatology
Practical & Conceptual en el que se proponía un algoritmo de actuación ante
estas lesiones que luego resumiremos.
Imagen dermatoscópica de la lesión de Anna |
Otro artículo reciente publicado en Dermatology (2023) por
autores griegos sobre 208 lesiones de estas características concluyó que estos
nevus crecían una media de 0,16 mm2 cada mes (todas las lesiones
eran benignas, en este estudio).
Respecto al manejo de estas lesiones, debe ser
individualizado, teniendo en cuenta los factores de riesgo del paciente en
cuestión y valorando la lesión en su globalidad. Pero resumiendo mucho, la
tendencia es a tener una actitud conservadora si el paciente tiene menos de 35
años (y hacer revisiones periódicas, siempre y cuando no haya otros criterios
de malignidad), ser algo más estrictos en pacientes de 35-55 años de edad
(recomendando la extirpación ante la presencia de otras estructuras
dermatoscópicas atípicas) y ser más radical en pacientes mayores de 55 años, en
los que siempre se recomienda la exéresis, incluso en ausencia de otros criterios
de melanoma.
En el caso de Anna nos pudo el exceso de prudencia (y la preocupación de la paciente) y optamos por la extirpación, aunque la biopsia descartó que se tratara de una lesión maligna y todos nos quedamos mucho más tranquilos. Si hubiésemos optado por hacer seguimiento hubiera sido igual de correcto.
Gracias, Rosa.
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