La lista de dermatosis transitorias neonatales es notable y
vale la pena conocer todas esas entidades, ya que pueden causar preocupación a
los padres, o incluso confundirse con enfermedades importantes. Seguramente una
de las más frecuentes, si no la que más, es el eritema tóxico neonatal, que no
será tan tóxico cuando no tiene mayores consecuencias. Podríamos copiar
cualquier libro de texto de dermatología pediátrica, pero he encontrado este
artículo en la revista Piel publicado por Benigno Monteagudo en 2010 que os
paso a resumir a continuación.
Al ser algo tan frecuente ya fue descrito en el siglo XV,
pero el término eritema tóxico neonatal (ETN) lo acuñó Leiner en 1912. Su prevalencia
es variable según la serie que consultemos, entre el 4 y el 72%, aunque esas
discrepancias son debidas al tiempo de seguimiento de los bebés estudiados. Se
correlaciona con la edad gestacional y el peso del recién nacido (RN), siendo
raro en prematuros o cuando el peso es < 2.500 g. Aunque no hay una clara
predilección en cuanto a raza o sexo, algunos estudios sugieren que es más
frecuente en niños de piel negra (pero más difícil de apreciar) y en varones.
Otros estudios encuentran relación con la edad de la madre (< 30 años) o la
estación (verano y otoño). La duración del parto también se ha relacionado con
una mayor intensidad de la erupción y tiempo de evolución. Otros factores
parecen menos claros.
Eritema tóxico (imágenes de otro paciente a las 48h de vida) |
La etiopatogenia no
está del todo clara y a lo largo de los años se han propuesto múltiples
hipótesis, desde la absorción de enterotoxinas, estímulos térmicos o mecánicos
o reacción alérgica a agentes ambientales o transplacentarios, pero parece que
se impone la creencia de que se trata de una respuesta inmunitaria frente a la
colonización microbiana en los folículos pilosos desde el primer día de vida.
Las manifestaciones clínicas son bastante uniformes. Las
lesiones suelen aparecer entre las 24 y 48 horas de vida (sólo un 11% lo hace
las primeras 24h y un 25% más a partir del tercer día), pero de manera más
excepcional se han descrito casos ya en el nacimiento o incluso a los 10-14
días de vida. Las lesiones persisten, con brotes intermitentes, menos de una
semana y se resolverán sin dejar rastro. Pero ojo, que entre 5 y 11 días de la
erupción inicial un 11% de los bebés presentarán recurrencias.
Las lesiones pueden afectar cualquier zona del cuerpo a
excepción de palmas y plantas, siendo las localizaciones más frecuentes la cara
(donde suele empezar), el tronco, las nalgas y la parte proximal de las
extremidades. El número de lesiones también es muy variable, desde unas pocas a
centenares y se caracterizan por pápulas o pústulas de 1-2 mm sobre una base
eritematosa o habonosa irregular de 1 a 3 cm, todo ello asintomático y sin
ninguna afectación sistémica. En el 7-15% se asocia a eosinofilia periférica
(cuando se hacen analíticas por otros motivos). Esto es lo normal, pero en
ocasiones el ETN se presenta de manera atípica, con pústulas generalizadas o localizadas.
Si hiciésemos una biopsia, veríamos pústulas subcórneas o
intraepidérmicas, compuestas por eosinófilos en la parte superior del
infundíbulo folicular, lo que explica la ausencia de lesiones acrales. En las
máculas eritematosas se aprecia un edema dérmico superficial con un infiltrado
difuso y perivascular formado por linfocitos, macrófagos, neutrófilos y
eosinófilos.
En la mayor parte de los casos el diagnóstico es clínico,
pero en los casos más atípicos (congénitos, tardíos, con pústulas generalizadas
o en el área genital) está indicada la realización de cultivos bacterianos,
fúngicos y víricos del exudado, con serologías e incluso biopsia en
determinados casos.
Y es que el diagnóstico diferencial lo realizaremos con
otras enfermedades vesículo-pustulosas del recién nacido, incluyendo procesos
infecciosos, como el herpes simple, impétigo, varicela y candidiasis, o no
infecciosos, como la melanosis pustulosa neonatal transitoria, la miliaria
rubra, la acropustulosis infantil, la foliculitis pustulosa eosinofílica y la
incontinencia pigmentaria. Hay lactantes que presentan de forma simultánea una
ETN y una melanosis pustulosa neonatal transitoria e incluso algunos autores
agrupan ambos procesos.
Pero lo más fácil es explicar el tratamiento, que únicamente consiste en tranquilizar a los padres y darles la enhorabuena por el bebé, que fue lo que hicimos con los padres de Natalia.