14 septiembre 2024

Manchas blancas que no pican

En el cole la llamaban “la dálmata”. Cosa que no tenía ningún sentido, ya que ella era morena con manchas blancas y no blanca con manchas negras. Así que, aparte de considerar la comparación ofensiva (por la intención de ofender, porque los dálmatas son unos perros preciosos), el mote no tenía ningún sentido. O eso era lo que pensaba Fátima, un poco harta de sus manchas y de los comentarios de la gente. Afortunadamente era una chica de 19 años, a la que habían dejado de importarle las opiniones de los demás acerca de su aspecto físico. La adolescencia quedó atrás y se había resignado a transitar por este mundo como un ser  humano “bicolor”. Sin embargo, las manchas le seguían creciendo, sobre todo en las piernas, pero también en la cara, alrededor de los labios y los ojos, y en los brazos, manos y axilas, así que pensó que no le costaba nada preguntar de nuevo a su médico, para saber si había algún tratamiento para su enfermedad de la piel.


Detalle de la mancha de la pierna izquierda

Pensaba que le daría una crema, pero su médico de familia le pidió un análisis de sangre y la envió a dermatología. El análisis con hormonas tiroideas incluidas fue normal. La visita con la dermatóloga prometía, ya que la persona que estaba al otro lado de la mesa también tenía las mismas manchas blancas en la cara. De entrada, la cosa no pintaba nada bien…

Y vosotros, ¿qué opináis? ¿Qué hacemos con las manchas de Fátima? ¿Alguna novedad que le podamos ofrecer? ¿O mejor empezamos por lo clásico?

Nos vamos al sudeste asiático. El miércoles estamos de vuelta para resolver el caso, aunque lo más fácil esta semana va a ser el diagnóstico.

11 septiembre 2024

Cuando los eccemas se infectan

Toda solución de continuidad de la piel es susceptible de sobreinfectarse. Y eso fue lo que le pasó al pobre Hipólito. Ese empeoramiento tan brusco, esa erosión tan extensa y ese exudado con tintes amarillentos y verdosos sólo podía significar una sobreinfección bacteriana. Y esa amalgama de colores probablemente tenía que ver con una orgía de bichos de diferentes especies. Efectivamente, tras realizar un frotis y remitir la muestra a microbiología, nos informaron unos días más tarde de que el cultivo bacteriológico era positivo para Pseudomonas aeruginosa, estreptococo viridans y Staphylococcus aureus. Afortunadamente se trataba de una infección localizada que finalmente se controló con fomentos de permanganato potásico y cefalexina oral que, aunque no cubre la Pseudomonas, debió bastar con el permanganato porque las lesiones evolucionaron favorablemente sin otras complicaciones.

S. aureus. Autor: Janice Haney Carr, DRPH, USCDCP

No desaprovechamos la oportunidad para volver a insistir a nuestro paciente la importancia de las medidas protectoras (guantes y emolientes) y en el tratamiento de su eccema dishidrótico durante los brotes para intentar que no se le volviera a infectar.

Las infecciones bacterianas secundarias a un montón de dermatosis comunes, como dermatitis atópica u otros eccemas, son frecuentes, con Staphylococcus aureus y Streptococcus pyogenes como las bacterias implicadas con mayor frecuencia, pero las sobreinfecciones por gramnegativos también adquieren protagonismo en el eccema dishidrótico y en la tinea pedis. Los factores favorecedores son la alteración de la función barrera y el prurito. En este reciente artículo de R. Salle (publicado en American Journal of Clinical Dermatology) hace una revisión sobre este tema. Evidentemente, la prevención de estas infecciones secundarias pasa necesariamente por el correcto manejo de la dermatosis subyacente (que no siempre es algo sencillo). Además, mantener unos buenos hábitos de higiene es crucial. En casos recurrentes, sobre todo en pacientes con dermatitis atópica e infección secundaria por S. aureus, pueden ser necesarios tratamientos de descolonización.

El sábado volvemos con otro caso clínico, así que permaneced conectados. Hoy nos despedimos con este vídeo del Parque Nacional Acadia en Maine, en los Estados Unidos.

Acadia II from Will Greene on Vimeo.

07 septiembre 2024

Una mano que supura

Hipólito era un paciente a quien habíamos visitado en alguna ocasión por un eccema dishidrótico en las manos. Era un jubilado de 66 años, que no paraba quieto en el jardín y se pasaba el día haciendo arreglos en casa y cultivando el huerto. Cuando las manos le picaban mucho, se ponía una crema de cortisona. Lo de utilizar guantes y crema hidratante era otro cantar, y en eso no nos hacía demasiado caso, pero iba tirando sin mucho problema y no le daba mayor importancia. Pero cuando la mano izquierda empezó a pelarse por el centro y quedarse “en carne viva” en pocos días empezó a asustarse, así que acudió a urgencias, desde donde nos lo remitieron ese mismo día.

La mano de Hipólito

Hipólito no tenía otras enfermedades importantes, aparte de una dislipemia controlada con simvastatina. En ese momento no tenía fiebre ni otra clínica acompañante y en la mano derecha apenas tenía lesiones de su eccema. Tampoco le había salido nada en otras localizaciones. Las uñas y las mucosas se encontraban respetadas. Pero esa mano húmeda y pelada mosqueaba bastante. Y lo cierto es que también olía bastante mal.

¿Qué hacemos con Hipólito? ¿Con qué lo trataríais? ¿O mejor hacemos alguna prueba y esperamos al resultado? El miércoles me paso y os cuento (o en este enlace). Hoy nos despedimos en los Alpes al ritmo de Vivaldi.



04 septiembre 2024

Síndrome del torniquete por pelo en un nevo melanocítico

Pues con el título ya está todo dicho (en realidad, lo más curioso es que esta situación tenga su propio nombre), y es que el síndrome del torniquete por pelo es un proceso que se caracteriza por la estrangulación de un apéndice corporal a consecuencia de un pelo o un hilo, habitualmente de manera accidental. Cuando esto se produce, primero se altera el drenaje linfático, luego el retorno venoso y, finalmente, el flujo arterial, causando necrosis. Es una situación relativamente frecuente en lactantes de 2 a 6 meses, en los que casi siempre se afecta el dedo de un pie, pero también puede afectar el pene, dedos de la mano o incluso genitales femeninos.

Imagen dermatoscópica

En bebés la causa es accidental por algún pelo desprendido de los progenitores, un hilo de la ropa o incluso el pelo de una muñeca, que se introduce en el calcetín del niño (por eso muchos pediatras recomiendan lavar la ropa del bebé por separado). Cuando afecta al pene ya es una cuestión de creencias o rituales, en niños de 2 a 5 años, con la dudosa finalidad de prevenir la enuresis nocturna o cosas mucho más peregrinas.

Pero el caso que nos ocupa es mucho más cotidiano, aunque poco descrito en la literatura (en este artículo de la revista de la SEMERGEN podéis ver un caso idéntico al de Claudia, incluso en la misma localización. El diagnóstico diferencial debe realizarse con otros procesos que pudieran ocasionar una inflamación de un nevo melanocítico, como una foliculitis subnévica o un traumatismo sobre el nevo, pero por poco observadores que seamos, con o sin dermatoscopio, los pelos alrededor de la lesión nos van a dar la pista para el diagnóstico. En adultos se ha descrito afectando nevus o tumores vasculares cutáneos.

En el caso de Claudia fuimos bastante radicales, ya que en el mismo momento de la visita le extirpamos el nevo con la finalidad de que no le volviera a suceder. El estudio histológico reveló un simple nevo intradérmico inflamado.

Ya sabéis, llevar el pelo cortito tiene sus ventajas. ¡Hasta el sábado!

Hoy, a Tokyo (con lo poco que me gustan las multitudes...).

Tokyo Roar from Brandon Li on Vimeo.