14 agosto 2024

Cáncer de piel y vitamina D: ¿Tienen algo que ver?

La vitamina D es una prohormona que se obtiene principalmente de la exposición a la radiación ultravioleta B (UVB) y de la dieta, que desempeña un papel fundamental en la salud ósea y en la inmunidad, además de tener un efecto antineoplásico. Desde el año 2009 se cuantifica la 25-hidroxivitamina D o colecalciferol para medir los niveles. Según la Academia Nacional de Medicina (NAM) niveles de > 20 ng/ml son suficientes para una salud óptima, mientras que para la American Endocrine Society (AES) el punto de corte está en 30 ng/ml. Esto tiene su miga, ya que en los últimos años se ha puesto el foco en que, según estos criterios, hasta el 70% de la población europea sería deficitaria en vitamina D, incluso en países mediterráneos como el nuestro con un elevado índice de exposición solar. Otros autores consideran erróneo ese punto de corte y recientemente, la US Preventive Services Task Force ha recomendado no medir los niveles de vitamina D en personas sanas, limitándolo a pacientes con riesgo de osteoporosis o fracturas.

Foto: Pexels

Pese a que el déficit de vitamina D sí se ha asociado con un mayor riesgo de cáncer colorrectal, de mama y de próstata, esa asociación es mucho más controvertida en lo que respecta al cáncer cutáneo. Así que hoy vamos a aprovechar un artículo de Miguel Mansilla y colaboradores, compañeros dermatólogos de Valencia, Barcelona y Figueres, publicado recientemente en Actas Dermo-Sifiliográficas, que revisa la literatura sobre este tema tan interesante.

En primer lugar, estudian la relación entre los niveles de vitamina D y el cáncer cutáneo no melanoma (CCNM). Aunque de entrada pueda sonar extraño, la mayoría de estudios concluyen que niveles suficientes de vitamina D se asocian a un mayor riesgo de CCNM, en especial el carcinoma basocelular, aunque no todos los estudios demuestran esa conclusión.

¿Y la suplementación en estos pacientes? Pues un estudio aleatorizado contra placebo en más de 36.000 pacientes evaluó los efectos de la suplementación de 400 UI de vitamina D y 1000 mg de calcio en el riesgo de CCNM y melanoma en mujeres postmenopáusicas, con una media de seguimiento de 7 años y concluyó que los suplementos no redujeron la incidencia general de cáncer cutáneo (ninguno de los tipos). Otro metaanálisis que incluyó estudios prospectivos, con más de 200.000 pacientes, tampoco reveló un mayor riesgo de carcinoma escamoso cutáneo ni de melanoma, pero sí de carcinoma basocelular en aquellos pacientes que tomaban suplementos de vitamina D.

Con el melanoma hay ciertos matices a tener en cuenta. Algunos estudios relacionan niveles más bajos de vitamina D con una mayor incidencia de melanoma, incluso con un mayor índice de Breslow, pero esto no se replica en otros trabajos e incluso hay otros que mostraron que niveles elevados de vitamina D se relacionan con una mayor incidencia, incluyendo un estudio con una muestra mayor de 500.000 pacientes. Pero independientemente del riesgo de presentar la enfermedad (todo muy contradictorio), también existen estudios que demuestran que niveles bajos de vitamina D se relacionaron con melanomas de peor pronóstico y en este punto parece haber una mayor uniformidad en las conclusiones de los diferentes trabajos. Esto sí, la suplementación en pacientes con melanoma no se asocia a mayores tasas de supervivencia libre de enfermedad. Lo mismo pasa con la suplementación en pacientes de melanoma que reciben terapias avanzadas, ya que estos pacientes presentan un menor riesgo de colitis inmunomediada.

Finalmente, un breve apunte en lo referente a fotoprotección, que es otro tema muy debatido, ya que algunas personas piensan que el uso de fotoprotectores tópicos tiene un impacto negativo en los niveles de vitamina D. La realidad y los estudios nos han demostrado que esto no es así, y que el uso regular de fotoprotectores tópicos no produce un impacto en los niveles de vitamina D de personas sanas. Tampoco se ha encontrado asociación entre el uso de fotoprotectores tópicos y disminución de la densidad de la masa ósea o un mayor riesgo de fracturas osteoporóticas.

Los autores de este trabajo concluyen, como no puede ser de otra manera, que la asociación entre niveles de vitamina D y cáncer cutáneo es controvertida, así como su suplementación, sin que existan criterios establecidos ni recomendaciones en las principales guías de cáncer cutáneo. El hecho de que el riesgo de carcinoma basocelular sea mayor en personas con niveles normales de vitamina D hace pensar que tenga una relación directa con una exposición solar continuada. La suplementación sí que parece tener más sentidos en aquellos pacientes con melanoma sometidos a inmunoterapia, con un grado de recomendación B y un nivel de evidencia IIb, aunque necesitamos más estudios que lo corroboren.

Os preguntaréis qué pasó con Fermín. Estaba claro que lo que tenía era un carcinoma basocelular, así que se lo extirpamos, confirmando así el diagnóstico y de momento no ha presentado otras lesiones sospechosas.

HOMESTEAD STARLIGHT from Gavin Heffernan on Vimeo.

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