En el año 2001 el oro fue declarado el alérgeno de contacto
del año. Más de 20 años más tarde, le seguimos dando vueltas al tema por varios
motivos. En primer lugar, por la dificultad de la interpretación de las
reacciones al oro en las pruebas epicutáneas y, en segundo lugar, en lo
complicado de determinar su relevancia. Hoy revisamos un artículo de Jennifer Chen
publicado en 2015 sobre este tema tan curioso.
Pero primero, un repaso a la química. El oro (Au, número
atómico 79) es un metal noble que puede encontrarse en múltiples estadios,
incluido el iónico. Es fácilmente maleable, y muy resistente a la corrosión, lo
que hace que haya sido ampliamente utilizado en medicina, odontología y otros
usos industriales. En su forma elemental nativa es poco reactivo ante otros
metales y no se ve afectado por la mayoría de ácidos (por eso se utilizan para
comprobar su pureza). Impermeable al ácido nítrico, el oro sí que es capaz de
disolverse mediante una combinación de ácido clorhídrico y ácido nítrico,
conocida como “agua regia”.
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Esto con los bitcoins no pasa |
Las complejas interacciones entre este metal y el cuerpo
humano no se conocen por completo a día de hoy. El oro elemental requiere
ionizarse para convertirse en un hapteno y, dada su resistencia a la corrosión,
existe cierta controversia acerca de si esto es posible de manera espontánea.
En los casos de alergia al oro, se cree que pequeñas cantidades de oro inerte
se convierten en una forma soluble a partir de los aminoácidos del sudor,
pudiendo ser absorbidos por la piel, pero trabajos experimentales no han
demostrado la formación de iones de oro. Además, se postula que la interacción
con algunos cosméticos, como el dióxido de titanio, pueden desgastar las joyas
actuando como microabrasivos. El oro blanco es una aleación a base de oro con
múltiples componentes que le confieren su color blanco y las aleaciones comunes
pueden incluir paladio, níquel, zinc y cadmio. En realidad, el oro de joyería
contiene cobre, zinc y estaño y el oro de menos quilates es capaz de liberar
más oro, lo que sugiere que el oro de bajo quilataje puede provocar reacciones
cutáneas más intensas que el oro más puro en pacientes sensibles al oro
(recordemos que el oro más puro es el de 24K).
Además, las pruebas epicutáneas con metales pueden suponer
un verdadero reto a la hora de interpretarlas. Primero, hay que tener en cuenta
que los metales pueden provocar una reacción irritativa o dudosa que puede ser
difícil de diferenciar de reacciones débiles, pero verdaderamente positivas,
algo especialmente frecuente en pacientes con dermatitis atópica. En segundo
lugar, las reacciones positivas tardías son relativamente comunes entre los
metales, pero especialmente con el tiosulfato sódico de oro que parcheamos en
la batería estándar de las pruebas epicutáneas (y en muchas ocasiones pasan
desapercibidas). Esto ha hecho que en el grupo norteamericano de dermatitis de
contacto se haya optado por eliminar las sales de oro de la batería estándar y
que aquí nos estemos planteando hacer lo mismo.
Pero si sospechamos una alergia al oro, debemos tener en
cuenta esa reacción tardía y hacer una lectura extra de las pruebas epicutáneas
a las 3 semanas para ser capaces de detectar la reacción. Estudios
norteamericanos demostraron una positividad al tiosulfato sódico de oro en las
pruebas epicutáneas del 8,7% (2003-2004), y del 18,4% en el periodo 2000-2009.
En Tailandia, un 30% y en Japón sólo un 1% (pero ellos cambiaron a cloruro de
oro). Las mujeres están más sensibilizadas que los hombres, posiblemente por un
mayor uso de joyas, en general. En un estudio, el 34% de los pacientes con
empastes de oro fueron positivos en las epicutáneas (comparados con el 11% sin
esos empastes). En niños, las tasas de positividad varían ente un 6-10%.
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1 año después de la realización de las epicutáneas |
Más allá de todo esto, lo importante es la relevancia
clínica que le otorguemos al resultado de las pruebas, y que ha sido (y es)
motivo de debate, y es que estas reacciones se consideran relevantes (es decir,
relacionadas con la dermatitis que presenta el paciente) en un 10-15% de los
casos. Para poner un poco en perspectiva este dato, es una tasa de relevancia
comparada con el níquel (11-16%), bálsamo de Perú (11-13%) y mayor que la del
cobalto (7-12%) o thimerosal (1,8-2,9%). Un estudio que comparó los resultados
de más de 1200 pacientes afectos de dermatitis con más de 100 voluntarios sanos
(sin dermatitis), mostró más resultados positivos (4,8%) en el grupo de
voluntarios sanos que en el de dermatitis (3,8%). En niños también se ha
demostrado que la relevancia es muy baja.
Eso no quiere decir que en ocasiones no tengamos que darle
valor al resultado positivo del oro en las epicutáneas: un brote en zonas donde
previamente el paciente había presentado un eccema tras la exposición sistémica
a sales de oro, la mejoría de la dermatitis tras evitar el contacto con el oro
o pacientes con stents coronarios con oro o empastes dentales con ese
material. Existen multitud de publicaciones con casos reportados de dermatitis
de contacto alérgica al oro, que afectan sobre todo los párpados, orejas, manos
y cuello, principalmente en forma de una dermatitis papular crónica, pero
también existen casos de dermatitis aerotransportada y reacciones
granulomatosas y linfomatoides. La mayoría de los casos se dan en un contexto ocupacional.
Las formas sistémicas, mucho más raras, se presentan en pacientes
sensibilizados (usualmente por vía cutánea) que son expuestos sistémicamente
(las sales de oro, tan utilizadas antaño en enfermedades reumatológicas, ya
casi no se utilizan a día de hoy).
Además, la positividad al oro también puede ser consecuencia
de una reacción cruzada a otros metales, especialmente níquel y cobalto.
En realidad, muchos pacientes con positividad al oro en las
pruebas epicutáneas dicen tolerarlo perfectamente sin ningún problema, de ahí
lo complicado de establecer la relevancia de las pruebas.
En el caso de Cristóbal pudimos comprobar, gracias a las fotografías
que le hicimos el día del resultado de las pruebas epicutáneas, que el “cuadradito”
en cuestión correspondía exactamente al oro, que reaccionó tardíamente. Y
aunque le pautamos varias pautas de corticoides tópicos potentes, 6 meses más
tarde aún presentaba la reacción, aunque ya apenas le picaba. Nunca se había
dedicado a la joyería, ni tenía implantes de oro de ningún tipo y no recordaba
haber presentado erupciones en relación a anillos, relojes o cadenas de oro. Un
caso más de sensibilización al oro con relevancia desconocida para nuestra
colección.
Hala, pues nos vamos a Escocia (en sentido figurado, claro).
The Silence of Scotland - Headphones recommended from Casper Rolsted on Vimeo.