Cuando no entiendo algún concepto histológico le pregunto a
nuestros patólogos, Fernando Terrasa y Javier Ibarra. Cuando quiero
estudiármelo un poco más, leo a Ángel Fernández Flores, de Ponferrada, que lo
explica como pocos. El diagnóstico histológico de los tumores melanocíticos
puede llegar a ser muy complejo y con el desarrollo de la enfermedad molecular,
su diagnóstico y comprensión han experimentado muchos avances en los últimos
años. Pero las técnicas genéticas y los hallazgos moleculares en ocasiones se
alejan de la clínica. Por eso os recomiendo la lectura de este artículo
publicado en Actas Dermo-Sifiliográficas el año pasado sobre conceptos modernos
en este tipo de tumores.
Lo primero es que los tumores melanocíticos (buenos o malos)
son el resultado de alteraciones genéticas. Los nevus suelen ser el resultado
de una única mutación en un melanocito, originando una expansión clonal
benigna. Los nevus adquiridos aparecen por mutaciones de melanocitos que ya han
alcanzado la epidermis, lo que da lugar a nevus junturales, que luego serán
compuestos y finalmente intradérmicos. En su mayoría presentan una mutación del
codón 600 del gen BRAF. Pero en los nevus congénitos la mutación se produce en
algún momento durante la migración del melanocito hasta la epidermis desde la
cresta neural. Tiene sentido que, cuando más cerca esté el melanocito de la epidermis,
más pequeño será el nevus, pero si la mutación se produce en un momento precoz
de la migración, el nevus congénito puede ser muy extenso. Al contrario que los
adquiridos, los nevus congénitos suelen mostrar mutaciones en el gen NRAS
(codón 61).
Imagen histológica (H&E). Foto: F. Terrasa |
También sabemos que uno de los factores más importantes
(pero no el único) en el origen del melanoma es la exposición solar. Aquellos
melanomas que se desarrollan en el contexto de una exposición solar intensa y
prolongada son los que presentan más aberraciones genéticas. Pero también
existen melanomas que poco o nada tienen que ver con el sol (como el melanoma
acral), con una carga mutacional baja. Los melanomas tienen una amplia variedad
morfológica, pero en cambio, suelen tener una genómica limitada que afecta a un
reducido número de vías moleculares.
Pese a que los nevus son tumores con mutaciones, estas no
son suficientes para transformar a la célula en metastásica. Los nevus
melanocíticos tienen un crecimiento limitado por un proceso de senescencia, por
el cual una célula fracasa en su reingreso en el ciclo celular, hecho que
impide perpetuar el proceso mitótico. Existen varios mecanismos que se encargar
de inducir esa senescencia, evitando el desarrollo de tumores descontrolados.
Entre los más conocidos se encuentran los genes supresores de tumores p53 y
p16. En el artículo de Fernández Flores se explican los conceptos de rutas
patogénicas y todo el lío de la terminología del nevus de Spitz, tumor
spitzoide y melanoma spitzoide, pero hoy queríamos aprovechar el caso de Loreto
para hablar de otro concepto curioso que, posiblemente, os encontréis en más de
una ocasión en algún informe histológico y que es el de “nevus de sitio
especial” (en inglés, NOSS, “nevus of special site”). Algunos pueden
pensar que este blog de dermatología cotidiana no es el sitio más adecuado para
tratar estas “rarezas”, pero como que es un concepto relativamente nuevo que
puede inducir a la confusión y os lo podéis encontrar en no pocos informes
histológicos, he creído que no está de más repasarlo, aunque sea de manera
superficial (os dejo aquí otro artículo de Christine S. Ahn en el American Journalof Dermatopathology (2016) por si queréis profundizar un poco más).
Imagen histológica a mayor aumento (F. Terrasa) |
Y es que en los últimos años cada vez tenemos más claro que
los nevus melanocíticos benignos de determinadas zonas del cuerpo pueden tener
tendencia a exhibir rasgos histopatológicos inusuales o atípicos que podrían
incluso confundirse con nevus displásicos o, incluso, melanomas. Estos nevus,
designados como “nevus de sitio especial” se describieron inicialmente en la
región genital y en zonas acrales, pero la lista de “sitios especiales” se ha
ido incrementando con el tiempo. Las diferentes regiones anatómicas del cuerpo
tienen su particular microanatomía de la piel (por eso es tan importante
decirle al patólogo de dónde hemos tomado la biopsia), y rasgos como el grosor
epidérmico, la distribución de los anejos, la estructura dermo-epidérmica y la
vascularización son distintas. Para acabarlo de complicar, también hay
variaciones en los diferentes estados fisiológicos, como en la infancia,
adolescencia, en ancianos o en el embarazo. En el fondo, la causa que produce
estas variaciones no se conoce del todo, pero se sugiere que puede ser sobre
todo por factores externos, como traumatismos, exposición a la luz
ultravioleta, o factores intrínsecos, como hormonales o la influencia de la
edad. Por todo ello, es importante que los dermatólogos y los patólogos conozcamos
estas variaciones para evitar el sobretratamiento y la sobrepreocupación acerca
de su comportamiento biológico.
Las localizaciones anatómicas de los NOSS incluyen la oreja,
conjuntiva, cuero cabelludo, mama, piel flexural (como las axilas y las
ingles), genitales (vulva y pene), extremidades inferiores, piel acral y la
espalda y hombros de personas ancianas.
Las alteraciones histológicas que se evidencian en estos
nevus son muy variadas, pero muchas veces preocupantes, e incluyen la confluencia
de tecas, extensión pagetoide, áreas de fibrosis dérmica, infiltrados
inflamatorios, pérdida de cohesión melanocítica en las tecas, patrón irregular
de distribución de las tecas o hipercromasia nuclear melanocítica.
Otra consideración muy importante en estos nevus de sitio
especial es que, a pesar de estos rasgos de “atipia” o “mala pinta” es que no
son nevus displásicos, entendiendo como tal el concepto de nevus marcador de riesgo
de melanoma en algunos pacientes y familias y, por tanto, no deberían ser etiquetados
así en los informes histológicos.
Como que el lunar de Loreto no nos terminaba de dejar
tranquilos, se lo extirpamos unas semanas más tarde. Finalmente, los patólogos
concluyeron que se trataba de un NOSS, describiéndolo como una lesión melanocítica
simétrica de patrón compuesto, con nidos de melanocitos dérmicos donde los
melanocitos aparecían más empaquetados o comprimidos y los nidos
intraepidérmicos mostraban una pérdida de cohesión celular, con hendiduras
entre los melanocitos. Os adjunto algunas de las imágenes de la hematoxilina-eosina,
cedidas por el Dr. Fernando Terrasa, a quien agradezco como siempre su disposición.
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