Nos hallamos ante una eritroniquia casi asintomática en una única uña y de crecimiento lento pero progresivo, y sin tener un claro diagnóstico, por lo que estaba claro era que había que ponerle nombre y apellido y, sobre todo descartar que pudiera tratarse de algo maligno. Así que inicialmente realizamos una ecografía, que objetivó un imagen hipoecogénica ovalada, de contornos definidos, de 5x2x6mm, con escasa captación de señal Doppler, a nivel subungueal sin destrucción de la cortical de la falange distal.
Imagen ecográfica. Foto: Ferran Olmos |
Con el resultado nos decidimos ponernos manos a la obra, así que hicimos un bloqueo digital proximal con anestesia local y, tras levantar parcialmente la lámina ungueal para luego volverla a colocar, se realizó una biopsia incisional en huso de la lesión, incluyendo parte de la matriz distal. Se pusieron unos puntos reabsorbibles y tras realizar hemostasia con el bisturí eléctrico se recolocó la lámina y se hizo el vendaje. En unos días nos llegó el resultado del patólogo, que nos confirmó que se trataba de un tumor glómico. En este blog ya se ha hablado del tumor glómico, así que hoy nos centraremos en hablar del concepto eritroniquia.
Imagen histológica con H&E. Foto: Ferran Olmos |
La eritroniquia longitudinal consiste en una banda rojiza en la lámina ungueal que se extiende desde el pliegue proximal hasta el borde distal de la misma. Corresponde a una zona de lámina ungueal más fina y transparente por una reducción focal de la función de la matriz distal, lo que condiciona que el lecho ungueal subyacente esté menos comprimido y se ensanche. En ocasiones se acompaña de hemorragias en astilla y de alguna muesca en el margen libre de la uña por la fragilidad de la lámina.
Cuando nos encontramos ante una eritroniquia longitudinal lo primero que debemos plantearnos es si ésta es única (localizada o monodactilar) o afecta a diferentes uñas (múltiple o polidactilar).
En la variante localizada se puede deber a tumores benignos ungueales como el onicopapiloma, el tumor glómico, el disqueratoma verrucoso, malformaciones arteriovenosas adquiridas, leiomioma o incluso un hemangioma infantil. También debemos tener en cuenta que tumores malignos como la enfermedad de Bowen, el carcinoma escamoso o el melanoma amelanótico pueden ser los responsables de una eritroniquia longitudinal, por lo que se recomienda una biopsia en aquellos casos en los que únicamente haya una uña afectada, especialmente si se ha hecho un seguimiento previo y ha habido un crecimiento progresivo o si la lesión aparece en pacientes de edad avanzada.
Cuando son múltiples las uñas afectadas las dos dermatosis responsables de manera más frecuente son el liquen plano y la enfermedad de Darier, aunque también se han descrito casos de amiloidosis sistémica, sarcoidosis, enfermedad injerto contra huésped o en la epidermólisis ampollar acantolítica. Incluso se han descrito casos idiopáticos. Por lo tanto, en esta situación habrá que buscar otros síntomas y signos cutáneos y sistémicos que nos puedan orientar hacia la causa subyacente.
De cara a la obtención de la muestra, en la mayoría de los casos se opta por una biopsia en huso desde la matriz hasta el margen distal del lecho ungueal, que proporcionará el tejido adecuado para el diagnóstico y también servirá como tratamiento de los tumores benignos. Otra opción sería realizar un pequeño punch de 3mm que incluya la matriz distal y el lecho ungueal implicado. En los casos que se sospeche un tumor glómico o un onicopapiloma se puede realizar un afeitado de la lesión y electrocoagulación de la base. Este tratamiento más conservador tiene riesgo de recidiva pero tiene menor potencial de dañar la matriz y el lecho y de causar una onicodistrofia a posterior.
Si os interesa el tema y queréis profundizar podéis consultar estas dos revisiones de Jellinek et al y Cohen et al.
Volviendo a nuestro caso, como a Germán apenas le molestaba y el riesgo de extirparlo completamente era condicionar una onicodistrofia, consensuamos llevar a cabo una conducta expectante y citarlo más adelante para ver la evolución tras la biopsia.
Y por último agradecer al Dr. Ferran Olmos, dermatólogo en el Hospital Juaneda Miramar, que nos haya cedido y explicado este interesante caso. Por mi parte, un saludo desde Asturias. Os dejo con este vídeo de Manel Cebrián.
Asturias a personal voyage - Timelapse from Manel Cebrian on Vimeo.
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