Fátima tenía 37 años y un bulto en la cabeza del que quería desprenderse, a ser posible, pronto y sin dolor. Nos explicaba que hacía ya unos 4 años que se lo había empezado a notar y había crecido, pero lentamente, en la zona de la coronilla. No es que le doliera, pero lo que le hizo consultar a su médico fue que progresivamente el bulto empezó a “asomarse” hacia afuera (antes sólo se lo tocaba, pero no se veía nada). Y claro, ahora ya le molestaba al peinarse o secarse el pelo, y cada vez que iba a la peluquera tenía que recordarle que fuera con cuidado.
Al explorarla, pudimos observar esa zona central, de consistencia más bien blanda, no pigmentada, de color carne, como un pequeño nódulo con el centro algo erosionado, aunque lo que más llamaba la atención era lo que se palpaba por debajo, una lesión de consistencia quística que no parecía estar adherida a planos profundos, sin otros signos inflamatorios ni nada más que llamara la atención, y que medía menos de 2 cm.
Nuestra paciente no tiene otras lesiones similares en otras localizaciones y no nos explica ningún antecedente personal ni familiar que nos parezca de interés para lo que nos ocupa. Así que llegó la hora de tomar una decisión con el bulto de Fátima. ¿Qué hacemos? ¿Lo dejamos en su sitio, que siga creciendo -y que la peluquera vaya con un poco más de cuidado- o vamos sacando los papeles del consentimiento para quirófano? El miércoles volveremos por aquí a intentar explicar el desenlace.
Hoy el bulto es redondo, pero el vídeo va de líneas.
LINES from Kevin Koch on Vimeo.
Quiste pilar
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