Aunque a simple vista la lesión de Candelaria podía parecer bastante sospechosa (por aspecto y aparición relativamente reciente), el dermatoscopio nos dejaba bastante más tranquilos y es que esas lagunas negras y rojas no dejaban ninguna duda de que estábamos ante un angioqueratoma.
Lo sé, me repito más que el ajo. Hace casi 10 años que hablamos largo y tendido sobre esta curiosa lesión (podéis repasarlo aquí) y algunos menos cuando hablamos de su forma genital y de la dermatoscopia, así que hoy vamos a dejarlo en un rápido resumen para los que van con prisas, gentileza de la 4ª edición del Bolognia.
Imagen dermatoscópica (angioqueratoma solitario) |
Como ya dijimos en su momento, un angioqueratoma consiste en la presencia de ectasias de los vasos en dermis además de acantosis e hiperqueratosis de la epidermis que lo recubre, y a excepción del angioqueratoma circunscrito (que es en realidad una malformación capilar-linfática o capilar), son consecuencia de la dilatación ectásica de vasos preexistentes en la dermis papilar. Se reconocen cinco variantes: los angioqueratomas solitarios o múltiples, los del escroto y vulva (angioqueratomas de Fordyce), el angioqueratoma corporal difuso (en la enfermedad de Fabry), el angioqueratoma de Mibelli y el angioqueratoma circunscrito.
Los más frecuentes son los dos primeros tipos y en el caso de Candelaria se trataba de un angioqueratoma solitario, que suele presentarse como una pequeña pápula negruzca y a veces verrucosa en las extremiades inferiores (aunque pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo). Se cree que estas lesiones son la consecuencia de una lesión o irritación crónica de la pared de una vénula en la dermis papilar. Lo más relevante es que las lesiones solitarias se pueden confundir muy fácilmente con un melanoma debido a su color oscuro. Afortunados quienes disponemos de dermatoscopio, pues nos va a permitir quedarnos tranquilos en cuestión de segundos, y es que podremos apreciar la presencia de lagunas oscuras (rojo-negras o rojo-azuladas), áreas queratósicas blancas-amarillas y velo blanquecino. Por supuesto, la ausencia más absoluta de retículo pigmentado nos permite descartar de entrada que nos encontremos ante una lesión melanocítica.
Así pues, tranquilidad y buenos alimentos. Candelaria se quedó mucho más tranquila, aunque le extirpamos la lesión en la consulta en previsión de que le pudiera llegar a molestar, lo que además nos permitió confirmar el diagnóstico.
Y con la tontería, hemos llegado a los 29 millones de visitas en este blog, así que nada más que daros las gracias por seguir ahí, semana a semana.
Así que poco más por hoy. Si queréis emociones más fuertes, tendréis que esperar al próximo sábado. Nos vamos a París, ¿por qué no?
Paris 9/19 from rcjohnso on Vimeo.
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