Elvira tenía 12 años y en realidad habían pedido cita por un acné incipiente que le había empezado unos 6 meses antes, coincidiendo con la menarquia. Se trataba de un acné bastante leve que terminó con tratamiento tópico (al menos por el momento). Pero al finalizar la consulta Elvira nos mostró una mancha que tenía desde el nacimiento en la cara posterior de su pierna derecha. Sus padres nos aseguran que ya nació con ella, aunque de recién nacida el color era más tenue y rosado, no tan roja como ahora. Les dijeron que no tenía ninguna importancia, que se trataba de un “angioma”, y como que no le molestaba lo más mínimo, tampoco habían hecho mucho caso. Pero nunca habían ido al dermatólogo, así que aprovecharon la oportunidad para preguntar por la mancha en cuestión.
Nuestra joven paciente no tenía ninguna otra enfermedad y en su familia no sabían de ningún otro caso similar. La lesión en cuestión era macular, eritematosa, algo parcheada, y casi desaparecía a la vitropresión. No tenía ninguna otra mancha parecida en el resto del cuerpo.
Esta semana es sencillito, pero quizá le podamos dar un repaso a la terminología de estas lesiones, así que volveremos el miércoles con la respuesta y alguna que otra clasificación.
Hoy viajamos a Turquía, en pleno invierno.
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Nevus Flammeus?
ResponderEliminarImpresiona de una malformación capilar (manchas en vino de Oporto o nevus flammeus), que son malformaciones vasculares congénitas de los capilares dérmicos y vénulas poscapilares, clasificadas como “de bajo flujo”, y que en raras ocasiones pueden encontrarse en el contexto de síndromes complejos (es decir, en la mayoría de los casos son anomalías cutáneas aisladas).
ResponderEliminarLas lesiones vasculares de lactantes y niños se clasifican principalmente en dos tipos: lesiones tumorales (los hemangiomas infantiles son los más comunes, seguidos de los hemangiomas congénitos) y malformaciones vasculares.
Las malformaciones vasculares son anomalías estructurales derivadas de los capilares, arterias, venas, vasos linfáticos o una combinación de ellos, que, a diferencia de los hemangiomas, crecen en proporción al niño o niña, no desaparecen y pueden tornar a una coloración más oscura a medida que pasa el tiempo.
En este caso, la persistencia de la lesión a los 12 años, la coloración más oscura con el paso del tiempo, y que prácticamente desaparece a la vitropresión, nos hace pensar en una malformación capilar.
Dichas malformaciones, están presentes al nacimiento, blanquean a la vitropresión, son generalmente de color rosado a rojo, y pueden estar ubicadas en cualquier parte del cuerpo, típicamente unilaterales y respetando la línea media.
Por otro lado, decir que los hemangiomas infantiles suelen tener naturaleza benigna y autolimitada, pero algunos pueden complicarse en forma de ulceración, desfiguración y/o presencia en órganos vitales (aunque en este caso rara vez pueden causar complicaciones potencialmente mortales). El tamaño grande de los mismos, su presencia a nivel facial y/o morfología segmentaria son los predictores más comunes de “mal pronóstico” a corto plazo, ya que más frecuentemente presentan complicaciones y necesitan tratamiento (de elección: propranolol).