Lo primero que conviene recordar (sobre todo para los lectores que estén leyendo esto y que no sean profesionales sanitarios) es que el herpes zóster no es más que una reactivación del virus de la varicela (VVZ). Así que, de entrada, la causa de un herpes zóster nunca puede ser ninguna vacuna, sino que la culpa la seguirá teniendo el virus de la varicela-zóster, que ha despertado de su letargo cual Bella Durmiente y, viajando a través de las raíces nerviosas, ha ocasionado esa erupción tan característica en forma de vesículas agrupadas que siguen típicamente un dermatoma (a veces varios adyacentes), que siempre se cura pero que, en ocasiones, puede derivar en la temida neuralgia postherpética. Eso ya lo sabemos, pero la pregunta que nos hacemos hoy es: ¿Son las vacunas contra el SARS-CoV-2 el príncipe del cuento cuyo beso despierta a nuestra princesa herpética?
Lo cierto es que ya lo adelantamos el pasado mes de agosto en este mismo blog, cuando intentamos resumir los hallazgos publicados entonces acerca de las reacciones cutáneas aparecidas después de la administración de las vacunas contra la COVID-19 a raíz de la publicación de un artículo de autores españoles en el que tuvimos la oportunidad de colaborar en la revista British Journal of Dermatology. En el artículo ya se mencionaba que más del 13% de las reacciones descritas se correspondían con reactivaciones del VVZ y también de herpes simple, así que tampoco es de extrañar que desde entonces hayamos presenciado algún que otro caso en nuestra actividad asistencial.
Sería una foto perfecta de un herpes zoster de no ser por el Betadine |
Aunque, como siempre, esa relación temporal no siempre implica causalidad, y hay que tener en cuenta que estamos hablando de algo ya de por sí muy frecuente en las consultas de atención primaria, urgencias y, a veces, en las de dermatología. Vamos, que si nos sale un juanete después de vacunarnos quizá la culpa la tengan los zapatos de tacón y no la vacuna. Así que, ¿en qué quedamos? ¿casualidad o causalidad?
En este artículo publicado en Clinics in Dermatology por C. Gronbeck, en el que los autores hacen hincapié en que los efectos adversos cutáneos de las vacunas contra la COVID-19 no constituyen una excusa para evitar vacunarse, repasan los efectos adversos reportados con mayor frecuencia y ya conocidos, como las reacciones locales en el sitio de inyección, las erupciones urticariformes y morbiliformes y otras más raras, entre las que incluyen el herpes zóster y las reacciones a los materiales de relleno que también comentamos en su día.
Si nos centramos en el herpes zóster, nos recuerdan que hasta la fecha de publicación del artículo había más de 1000 casos reportados de herpes zoster después de vacunas de Pfizer y Moderna (que deben ser una pequeña parte), y que de estos, el 50% sucedieron en pacientes de más de 65 años. Se postula que los efectos inmunomoduladores de las vacunas podrían jugar un papel en la reactivación del virus latente, como ya se ha demostrado anteriormente con otras muchas vacunas frente a diferentes agentes infecciosos, aunque la presencia de comorbilidades en algunos pacientes y otros factores de riesgo podrían también tener algo que ver.
Y concretando un poco más, en esta otra publicación de H. Desai en el Journal of Cosmetic Dermatology en el que realizan una revisión sistemática de los casos publicados hasta la fecha en PubMed y Embase, recogieron 54 casos, teniendo la mayoría otros factores de riesgo, bien por edad, patologías crónicas, inmunosupresión, etc. El tiempo medio entre la vacunación y la aparición del zóster fue de 7,6 días y el 86% de los casos aparecieron después de utilizar una vacuna de mRNA. El 80% lo padecieron después de la primera dosis de la vacuna. Con todo ello, estos autores establecen una posible relación causal, al igual que puede suceder con viejas vacunas, como la de la gripe, hepatitis A, rabia, fiebre amarilla, etc. Sin embargo, insisten en que sería un fenómeno poco frecuente y sin más complicaciones de las esperadas.
Efectivamente, Emiliana tenía un herpes zóster que fue tratado con valaciclovir sin complicaciones posteriores. Las vesículas evolucionaron como era de esperar a costras y finalmente curaron sin dejar cicatrices.
Nosotros seguimos… pero hoy damos un paseo por el Bosc de Gerdar, en el Pallars Sobirà, de la mano de Correcamins.
Bosc de Gerdar from correcamins on Vimeo.
Hola Rosa, fa uns mesos que tenc una reacció molt semblant. Podriem xerrar per privat? Gràcies
ResponderEliminarHola, Guillem. Les lesions cutànies de l'herpes zoster en cap cas poden durar mesos, així que tot i que en semblin simil·lars no crec que tengui res a veure. D'altre banda la finalitat d'aquest blog és docent per a professionals sanitaris i no atenc pacients per aquest mitjà (tampoc tenc consulta privada) però de ben segur que si tens algun problema de pell que el teu metge de família no et pugui resoldre et remetrà al dermatòleg de zona que et correspongui. Una abraçada i que et milloris.
Eliminar