No sé a vosotros, pero a mí me mosquea bastante que existan montones de enfermedades dermatológicas, algunas relativamente comunes, que cuando te las repasas en los libros de texto, se describa su asociación con neoplasias (y no estoy hablando de síndromes paraneoplásicos). La lista es muy larga (granuloma anular, eritema anular centrífugo o pioderma gangrenoso, por poner algunos ejemplos), y me temo que el eccema craquelé es una de las enfermedades de esa lista. De modo que voy a aprovechar el primer caso de este 2019 en el blog para revisar este tema. Porque, como habéis podido averiguar a estas alturas, nuestro paciente (Melchor, el repartidor de Amazon) tenía efectivamente un eccema craquelé.
También conocido como eccema asteatósico, haciendo referencia a la sequedad de la piel como origen del problema, es un trastorno bastante frecuente y que origina muchas consultas en atención primaria por el picor que produce, sobre todo en las piernas de personas mayores, particularmente sensibles a experimentar este problema porque con la edad la excreción sebácea se reduce. Todo ello, junto a factores ambientales que contribuyan a una mayor sequedad (meses de invierno, habitaciones con calefacción, largos baños de agua caliente, sobreuso de jabones y esponjas,…), pero también déficits nutricionales, diabetes, insuficiencia venosa crónica o polineuropatías periféricas aumentan las probabilidades de que se presente este problema. Hace ya algunos años que hablamos de este tema, así que si os lo queréis repasar os invito a leer la correspondiente entrada en este enlace.
Vale, Melchor tenía un eccema craquelé de libro, pero también una posible neoplasia pulmonar, así que volvemos a hacernos la pregunta del millón: ¿tienen algo que ver ambas condiciones, o simplemente es fruto de la casualidad? Y dicho de otra manera, ¿en qué casos de eccema craquelé debemos sospechar la existencia de una neoplasia? Para intentar responder a estas cuestiones me ha parecido especialmente interesante este artículo publicado en el año 2007 de Agnès Sparsa (Limoges, Francia), en la revista Dermatology. Se trata de un estudio prospectivo en el que incluyen de manera consecutiva 68 pacientes hospitalizados de > 18 años con eccema craquelé a lo largo de dos años, seguidos durante los 3 años siguientes. A 32 de ellos (47%) les fue diagnosticada alguna neoplasia. La edad media de estos pacientes fue de 73 años y el 70% eran hombres. De los 32 pacientes a los que le fue diagnosticada una neoplasia, en 13 casos (19%) se trataba de procesos hematológicos. El resto, predominaban las neoplasias de origen intestinal, mama, próstata, pulmón y riñón. También había un paciente con melanoma. La neoplasia ya había sido diagnosticada previamente al diagnóstico de eccema craquelé en la mayor parte de los casos, o en los 3 meses siguientes. Después de hacer el análisis estadístico pertinente, estos autores franceses llegan a la conclusión de que ciertas características en un eccema craquelé deben hacer al menos sospechar la presencia de una neoplasia subyacente, a saber: eritrodermia asociada, formas generalizadas (que afecten al menos tres áreas corporales), formas inflamatorias, localización en el tronco, resistencia a los corticoides tópicos, presencia de síntomas constitucionales y anemia asociada. En estos casos, y en función de las características del paciente, puede estar indicada la realización de un examen físico minucioso, una analítica y radiografía de tórax.
Hasta la semana que viene. Hoy el vídeo va dedicado a mis amigos gallegos. Desde Combarro, en Pontevedra.
Combarro Tourlapse from Alex Rodriguez video timelapse on Vimeo.
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