Descrita por primera vez por Hodges en 1880, es Templeton quien en 1942 describe el primer caso en peluqueros, y más tarde Patey y Scharf (1948) pasan a considerar la “enfermedad de los barberos” como una complicación ocupacional adquirida.
Pero no sólo de peluqueros vive el sinus pilonidal interdigital, y también se describe este problema en ordeñadores, trasquiladores de ovejas y cepilladores de perros, siempre en el contexto de una anomalía de origen exógeno, ya que el pelo que econtrado no pertenece en ningún caso al paciente (al contrario de lo que sucede en el sinus pilonidal sacrococcígeo).
Antes de la intervención |
Sorprendentemente el cuadro se describe principalmente en hombres (alguno asegura que es porque las mujeres son más cuidadosas, pero no sé yo), y la enfermedad se localiza sobre todo en los espacios interdigitales de la mano, sobre todo la dominante.
El cuadro comienza con la penetración de fragmentos de pelos ajenos al paciente dentro de la piel llegando a la dermis y a planos más profundos de forma progresiva, formando trayectos fistulosos y una vez que el pelo queda atrapado desencadena un proceso inflamatorio que termina en una reacción crónica a cuerpo extraño.
Y ahora pensaréis: “¿Cómo narices puede clavarse un pelo en la piel? Ni que fuera una púa de cactus”. Pues bien, aunque la piel de esa zona suele defenderse más que dignamente de los factores ambientales, este extraño proceso se produce por la suma de diversas circunstancias, como el contacto con jabones y otros productos, además de la humedad que reblandece la piel y los cambios que se producen en el pelo al cortarlo (que lo hacen más “afilado”), que dan como resultado el acúmulo de material piloso en esas zonas.
Aunque la mayoría de estos sinus son asintomáticos, en ocasiones se pueden producir infecciones o secreción, que van a precisar de atención médica.
Si hacemos una biopsia la imagen puede variar en función del momento evolutivo, pudiendo observarse una cavidad recubierta con un epitelio escamoso estratificado y la presencia de un infiltrado inflamatorio con o sin reacción a cuerpo extraño, con uno o más fragmentos de pelos incluidos.
Con el dermatoscopio se ven perfectamente los pelos clavados (recientes) |
Sin embargo, el diagnóstico es clínico en base a la anamnesis y a una correcta exploración del paciente (en realidad el paciente va a venir diagnosticado, para qué nos vamos a engañar).
Como posibles complicaciones de este proceso en casos crónicos podemos encontrar la formación de abscesos, celulitis, linfangitis y, en casos más graves, osteomielitis.
¿Y el tratamiento? De entrada parece obvio, y es que la retirada del material piloso incrustado puede dar como resultado la cura completa del proceso. En cambio, las medidas más conservadoras o pautas antibióticas no han demostrado ser eficaces. En lesiones ya formadas, la mayoría de autores abogan por la extirpación quirúrgica con cierre primario o bien por segunda intención. Sin embargo, la recidiva es frecuente si el paciente va a seguir realizando la misma actividad profesional. Es por ello que las medidas preventivas cobran mayor importancia. Una higiene escrupulosa con lavado y secado de los espacios interdigitales, el uso de guantes, cremas o apósitos de protección son las medidas más recomendadas, aunque no siempre eficaces al cien por cien, y deberemos insistir en que el paciente intente eliminar mecánicamente todos los pelos que hayan penetrado en la piel al final de cada jornada laboral.
A Candela le extirpamos quirúrgicamente la lesión interdigital que le ocasionaba molestias y le explicamos pormenorizadamente esas medidas preventivas. No sé si servirá de algo…
Ya es verano, pero hace poco que he editado las imágenes de los buceos de invierno y primavera, así que aquí los tenéis. Mallorca no sólo es precioso por encima del agua... Aunque nos estemos cargando la vida en el Mediterráneo entre todos.