Tener nevos melanocíticos adquiridos comunes es algo normal. Todos tenemos lunares, que suelen aparecer después del nacimiento, se agrandan poco a poco, se estabilizan y, a veces, pueden involucionar en la vida adulta. Casi todos los nevos adquiridos comunes se desarrollan entre la segunda y tercera décadas de la vida, aunque las primeras lesiones pueden aparecer en los primeros 6-12 meses de vida. Existen varios estudios que han cuantificado este fenómeno, y en pacientes europeos blancos, la mediana máxima de este tipo de lesiones se presenta en la tercera década, con 16 nevos en mujeres y 24 en hombres (estudios similares en australianos, detectaron un máximo de 43 en hombres y 27 en mujeres entre la 2ª y 3ª décadas, mientras que en personas negras africanas el número es mucho menor).
Imagen dermatoscópica de la lesión de Julián |
La exposición ambiental a la radiación ultravioleta (sol) es un factor permisivo crítico que explica un mayor número de estas lesiones (sobre todo las exposiciones intermitentes e intensas durante la infancia), además de factores hereditarios y el fototipo de la persona.
El aspecto de los nevos adquiridos comunes es tremendamente variable, aunque por lo general estas lesiones tienen una superficie y patrón de coloración homogéneos, con una forma redondeada u ovalada, un contorno regular y unos bordes bien definidos. Pueden ser papilomatosos, cupuliformes, pediculados o maculares, y de color también variable que varía entre el color carne y diferentes tonalidades de marrones. En su superficie, puede haber pelo más o menos abundante, que suele ser más grueso y oscuro respecto a la piel circundante. En base a la localización de las células névicas se suelen subclasificar en nevos de la unión (o junturales, cuando se localizan en la epidermis), nevos intradérmicos (cuando se encuentran en dermis) y nevos compuestos (en ambas áreas). La dermatoscopia es una herramienta de gran ayuda para el diagnóstico de las lesiones pigmentadas, en particular las melanocíticas, a la hora de diferenciar las lesiones benignas de las atípicas y del temido melanoma, nuestro caballo de batalla.
Pero volvamos al caso que nos ocupa, el lunar de Julián, que le pica desde hace una semana. Es un motivo de consulta frecuente, y si revisamos cualquier nota de prensa de las sociedades de dermatología, o incluso un libro de texto, este síntoma está recogido como un motivo de alarma y que debe hacer consultar para descartar que estemos ante una lesión maligna. A ver, que pique un lunar es algo que es bastante habitual. Un melanoma (afortunadamente) no lo es tanto. Así que, ¿cuándo nos tenemos que preocupar ante esta situación? ¿O por el contrario siempre que nos pique un nevo debemos consultar rápidamente a un dermatólogo? Pues depende (y aquí es donde entra el sentido común). Vale la pena, antes de perder los papeles o meter miedo en el cuerpo de manera innecesaria, plantearse una serie de cuestiones:
- ¿De verdad es una lesión melanocítica? Porque claro, si lo que pica es una queratosis seborreica o un dermatofibroma, entonces ni signo de alarma ni nada de nada. Así que lo primero de todo, tener claro el diagnóstico. Está claro que si este primer punto falla, no hay mucho más que hablar, y si el diagnóstico no está claro como el agua, mejor consultar.
- Los nevos sobreelevados en determinadas localizaciones se pueden irritar con frecuencia, por el sudor, el roce con la ropa o con otros elementos. Vamos, que el hecho de que te pique un nevo “abultado” que tienes justo en la zona de roce con el sujetador, es hasta cierto punto normal. Si esto no se acompaña de otros signos de alarma, no hay que asustarse, aunque si las molestias son persistentes, puede ser un motivo de extirpación (con estudio histológico siempre, no se tira a la basura ninguna lesión melanocítica).
- ¿Desde cuándo? ¿unos días? Pues si nos encontramos en la situación anterior, nos podemos permitir el lujo de esperar y ver si se pasan las molestias. Si el picor es autolimitado y la lesión en cuestión no tiene rasgos de atipia, pues tranquilos.
- Si por el contrario la lesión que pica es efectivamente un nevo y además tiene “mala pinta” (varios colores, asimétrico, etc.) entonces sí vale la pena enviarlo al dermatólogo en un tiempo razonable (si tenemos claro que es un melanoma puede valer la pena incluso descolgar el teléfono, mandar un mail o utilizar las herramientas de que dispongamos para derivación preferente en cada caso).
- Pero a veces el problema es un lunar que pica de manera persistente (no una ni dos semanas, sino más de un mes), y por más que miramos no vemos justificación: ni roza con nada y tiene un aspecto anodino. En este caso la sintomatología manda, y cuando algo no cuadra, es correcto derivarlo (con tranquilidad) para una valoración más cuidadosa. Aunque excepcional, no todos los melanomas son fáciles de diagnosticar clínica o dermatoscópicamente, y estos casos suelen terminar con la extirpación de la lesión para su estudio anatomopatológico. Y a veces (pocas, la verdad), hay sorpresas.
Hoy vamos a ver peces, pero sin que sirva de precedente, en una pecera. Y es que un japonés se ha dedicado a hacer estructuras con una impresora 3D para meter en el agua y le ha quedado este vídeo tan chulo.
waterscape from Haruka MISAWA on Vimeo.
Hola Rosa:
ResponderEliminarMe ha gustado mucho los 5 pasos que has explicado, cuando hay algo raro en los lunares.
Tambien que apelas al sentido comun de la persona o los padres si es jovencit@
Esto para las personas de a pie que lean el blog sirve para mucho!
Y tambien cuando has explicado que ninguna lesion se tira, todo se analiza.
Saludos!
Dra. Taberner, Doña Rosa, como me gusta tu estilo ¡¡ No cambies ¡¡
ResponderEliminarHola Dra Taberner, soy residente de Dermatología en Argentina, solo quería comentar que sigo simpre este blog, me gusta mucho que siempre le das un lugar a la dermatoscopia.
ResponderEliminarSaludos desde la Argentina!!!