El acné es una dermatosis
multifactorial que afecta a la unidad pilosebácea, y que afecta al 85% de las personas entre 12 y 24 años (aunque en ocasiones puede persistir en la edad adulta, sobre todo en
mujeres).
Aunque todo el mundo asume que no se trata de un trastorno grave (salvo en formas muy severas, que son más raras), el hecho de que afecte al adolescente y que la localización predominante sea la cara, hace que constituya uno de los motivos de consulta más frecuente al dermatólogo y al médico de familia.
Resumiendo mucho, en la
etiopatogenia del acné influyen diversos factores, como un aumento de función de las glándulas sebáceas (estimuladas por andrógenos), una hiperqueratinización folicular, una proliferación de la bacteria anaerobia
Propionibacterium acnes y, por último, una respuesta inflamatoria. Todo ello lleva a la formación de diversas lesiones elementales, como comedones, pápulas, pústulas y, en ocasiones, nódulos, quistes y cicatrices.
Pero hoy vamos a intentar responder a las preguntas acerca de la relación entre determinados
alimentos y la aparición de lesiones de acné. Porque, según diversos estudios, entre el 62 y el 72% de los pacientes están convencidos de que la dieta es uno de los principales factores etiológicos de su acné. ¿Es una leyenda urbana? ¿O hay algo de cierto en todo ello?
La verdad es que
no existen estudios bien diseñados al respecto que nos permitan valorar realmente el
efecto de la dieta en el acné, debido a graves limitaciones metodológicas (muestras pequeñas, falta de controles apropiados, sesgos de selección, etc.). Sin embargo, en 2004
Wolf llevó a cabo una revisión exhaustiva de la literatura, concluyendo que no existía evidencia sobre los efectos de la dieta en el acné. Un año más tarde fue publicado otro
estudio sobre más de 45.000 mujeres adolescentes, que relacionaba el acné con el consumo de leche (en especial la leche desnatada).
¿
Leche desnatada y acné? Es bastante desconcertante, sobre todo si vamos a pensar que puede ser debido a la presencia de determinadas hormonas en la leche de vaca (la mayoría de esas hormonas son liposolubles y se eliminarían al “desnatar” la leche). ¿Quizá por añadir vitaminas lipofílicas? No parece consistente. Otros autores lo atribuyen a la
alfa-lactoalbúmina que también se añade a la leche desnatada, todo ello a través de la vía del
IGF-1 (insuline growth factor 1) que estimularía la proliferación de los queratinocitos basales. Pero a pesar de que determinados estudios parecen avalar la relación positiva entre el consumo de leche y el acné, los organismos oficiales, como la
Academia Americana de Dermatología, son reacios a realizar recomendaciones al respecto en sus guías (al fin y al cabo no hay ningún estudio que diga que una restricción dietética de leche vaya a mejorar el acné, y también hay que tener en cuenta los beneficios de la leche).
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Imagen tomada de: http://www.thefancy.com/things/260528237/Heffer-Pitcher-by-Chiasso |
Por otra parte, recientemente se han publicado varios
estudios que relacionan el acné con
dietas de elevada carga glicémica, de modo que tenemos otro elemento más para el debate. Se cree que sería debido a que este tipo de dietas aumentarían las concentraciones séricas de insulina, estimulando la producción de sebo y contribuyendo a las lesiones de acné. Aquí sí que tenemos algún estudio que demuestra (aunque con pocos pacientes) los efectos beneficiosos de una dieta con baja carga glicémica (25% de calorías procedentes de proteínas y 45% de carbohidratos de bajo índice glicémico) respecto al acné.
En cambio, no tenemos estudios que demuestren que determinados alimentos, como el
chocolate, influyan en el desarrollo de las lesiones de acné. Me imagino que, en cualquier caso, aquellas personas que comen mucho chocolate, se incluyen en las que tienen una dieta de alta carga glicémica (pero eso ya son cosas mías).
Sigamos con algunos mitos: aunque los dermatólogos recomendamos ya desde el siglo XIX el
lavado de cara como parte del esquema terapéutico, algunos pacientes pueden pensar que “cuanto más, mejor”. Sin embargo, no se recomienda lavarse la cara con jabones o productos específicos más de dos veces al día, puesto que podrían incluso inducir el efecto contrario.
Y ya para terminar, ¿qué hay del
sol y los granos? Lo cierto es que los pacientes con acné suelen empeorar en otoño e invierno. La mejoría del acné en los meses de verano se atribuye a las propiedades antiinflamatorias de las radiaciones ultravioletas. Pero, una vez más, los dermatólogos preferimos no transmitir el mensaje (en especial a un adolescente) de que “el sol es bueno para el acné” (será bueno para los granos, pero el cáncer de piel no es en absoluto recomendable). Sí que hay que tener en cuenta que la fotoexposición puede inducir hiperpigmentación de las lesiones y que, por otra parte, algunos fotoprotectores son comedogénicos, así que deberemos recomendar el uso de fotoprotectores no grasos en estos pacientes.
Aquí podéis profundizar un poco más sobre el tema.
¿Y qué pasó con
Julia? Dado que lo que tenía era un acné leve con predominio de comedones abiertos, le recomendamos tratamiento con un retinoide (
adapaleno), en aplicación nocturna y un gel limpiador específico una vez al día (también podríamos haber recomendado peróxido de benzoilo al 5-10%). No había indicación en este caso de tratamiento sistémico (al menos por el momento). Otro día hablaremos aquí sobre el tratamiento tópico del acné, creo que es un tema interesante. De momento os adelanto que
no hay que pautar antibióticos tópicos en monoterapia en el acné vulgar, debido a la inducción de resistencias.
Hoy, como no podía ser de otra manera, os dejo con algo dulce... hasta el sábado.